La Mano
Marco se sentía nervioso, su frente era como una catarata en el desierto, sabía que en ese montón de cartas estaba en juego su dinero, su honor y quizás el tener que soportar el áspero roce de un taco de pool.
El Dealer reparte un par de cartas para cada jugador de los que estaban sentados alrededor de la mesa. Marco con un gesto sutil revela el valor y la pinta de sus cartas - Fish Hooks- dijo en su mente haciendo referencia al par de jotas que le había tocado, luego observó el comportamiento de los demás jugadores. Él había puesto la Big Blind, así que jugaría si o si esta partida.
- ¿Apuesta?- Pregunta el Dealer al jugador sentado a su izquierda y a la derecha de Marco. -No voy - responde el tipo lanzando sus dos cartas al centro de la mesa con una maniobra digna de un malabarista de pulgas.
- ¿Y usted?- pregunta el Dealer a Marco, quién luego de un titubeo asiente con la cabeza.
Pasan unos minutos quedando sólo dos apostadores dentro del juego, Marco y su no bien ponderado primo Luciano. Este tipo era así: a los 10 años torturó a un compañero haciéndolo soportar una conversación de una hora cara a cara con el profesor de inglés, quién tenía problemas graves de mal aliento, provocando que el compañero torturado vomitara luego de esta conversación, aunque dicen que vomitó por haber comido un merengue no bien revuelto.
A los 18 puso una hoja de block grueso en la boca del novio de su hermana, sacó la hoja con fuerza y rapidez provocándole un corte de medio centímetro a cada lado de la boca, luego lo obligó a beber jugo de limón con abundante sal para pedirle disculpas a su novia por haberle traído unas papas fritas frías y sin mostaza.
Cuando contaba 22 años le sacó un riñón al padre de su novia e hizo que se lo tragara, para que viese lo que sienten los animales cuando los matan y comen -Luciano también tenía conciencia animal- y luego lo colgó de los pies por una hora para que sintiera lo mismo que un murciélago cuando duerme.
¡Flop! Enuncia el Dealer revelando las tres primeras cartas comunes para los jugadores, Marco mira primero a Luciano quién se ve sereno y paciente, y luego mira el Ducks y la Jota que estaban en la mesa.
Marco aumenta la apuesta al doble y Luciano le responde sin problemas - Yisus Craist - dice para sí mismo y comienza a ponerse nervioso- ¿Puedo fumar?- pregunta metiendo la mano al bolsillo de su chaqueta - ¡No!- Responde el Dealer indicándole el inhalador que guardaba en el bolsillo de su camisa- Qué bueno, porque no fumo- responde y saca un colet de su bolsillo y se amarra el pelo.
¡Turn! Pronuncia el Dealer para voltear la cuarta carta común, cuando se da cuenta que sus pantalones estaban puestos al revés y pide que lo esperen para acomodárselos.
Los jugadores quedan solos alrededor de la mesa y no se oye ningún ruido aparte de los gases que fluían de la garganta de Al, un jugador más, quién trataba de suavizarlos con un pañuelo rosa.
El momento se torna tenso, los jugadores comienzan a mirarse entre sí, luego todos se levantaron de sus sillas y comenzaron a empujarse. Una colosal pelea entre cinco tipos y un perro toma como escenario a la mesa de juego; todo está difuso hasta que los jugadores comienzan a dispararse unos con otros, vecinos comentan que se oyó como un orgasmo simultáneo entre muchas personas. Luego de unos minutos el ambiente se aclara poco a poco y aparece el Dealer que mira impresionado la alfombra de sujetos que yacen en el piso desangrándose, gimiendo y llamando a sus madres.
Esa es la historia del primer Dealer que nunca pudo voltear sus pantalones.
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